Vicente Sánchez Jiménez, secretario general de CCOO del Hábitat y vicepresidente de la Fundación Laboral de la Construcción
Dice un proverbio chino que el aprendizaje es un tesoro que sigue a su dueño allá donde va. Por ello, más que nunca, la posibilidad de formarse en cualquier periodo vital, dentro y fuera del sistema educativo, debe ser una aspiración de todas las personas. Las trabajadoras y trabajadores deben poder adquirir, actualizar, completar y ampliar sus capacidades, conocimientos, habilidades, aptitudes y competencias para su desarrollo personal y profesional a lo largo de toda su carrera.
Sin duda, adquirir nuevas competencias personales y profesionales de forma cíclica resulta fundamental para crearse oportunidades y mantenerse con garantías en el mercado laboral. Así, desde todas las entidades que en esta materia tenemos algo que decir, también los agentes sociales, debemos fomentar la idea de que siempre es tiempo de aprender y facilitar múltiples ofertas formativas para crear un sistema inclusivo a todas las personas.
En el caso que nos ocupa, no cabe duda de que la formación es una de las piezas fundamentales para mejorar la calidad en la construcción, ya que permite garantizar que realmente se pueda llevar a cabo toda la innovación que surge en el entorno del sector, como aquella que hace referencia a la digitalización y a la rehabilitación energética. En este sentido, necesitamos avanzar hacia una formación que permita la certificación gradual de los conocimientos y habilidades adquiridas, posibilitando una carrera profesional a través de una cualificación permanente en nuevas técnicas, materiales, seguridad, protección ambiental y cuantas materias sean necesarias.
Así pues, es fundamental poner en valor la “micro formación”, una manera diferente de aprender que consiste en fragmentar los contenidos de aprendizaje para adquirir competencias muy concretas. En este modelo, cada conocimiento se adquiere en pequeños pasos, y al enlazarse unos con otros, se crea un espacio más completo y profundo. Este método se caracteriza, entre otras cosas, por realizarse en un corto espacio de tiempo, pudiendo llevarse a cabo de forma cómoda, rápida y eficiente. Sobre todo, permite adquirir conocimientos muy específicos y dirigidos a los objetivos que se pretenden conseguir. De esta manera, resulta más motivador que una formación más integral, ya que los contenidos enfocados a resultados generan normalmente más satisfacción en las personas, incentivando al participante para seguir aprendiendo en el futuro.
Las Administraciones públicas tienen un papel importante para potenciar esta concepción, ya que deben dar ejemplo, haciendo una apuesta seria, invirtiendo en calidad e innovación, así como estableciendo mecanismos para dotar de mayor estabilidad a la formación profesional, incluyendo el fomento de sistemas de acreditación en sus diferentes niveles competenciales.
En este sentido la Fundación Laboral de la Construcción se perfila como el instrumento más adecuado para liderar los cambios necesarios que permitan un modelo formativo específico para el sector, viniendo a resolver la contradicción existente entre los datos del desempleo juvenil, que rondan el 38%, y la falta de incorporaciones en las obras. Poseemos un sector dinámico, con mucho potencial, pero que no está sabiendo atraer a la población joven. Así, ante esta situación, debe fijarse entre las principales prioridades de la agenda de los agentes sociales del sector mejorar su imagen, a través de unas condiciones laborales más atractivas, así como la puesta a disposición de una carrera profesional bien estructurada mediante el binomio: aprendizaje certificado y experiencia profesional. Es decir, formación dual continua y adaptada a las nuevas necesidades.
